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Numeral 49
Así, pues, hasta que el Señor venga revestido de majestad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25, 31) y, destruida la muerte, le sean sometidas todas las cosas (cf. 1 Co 15, 26-27), de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando «claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es» [147]; mas todos, en forma y grado diverso, vivimos unidos en una misma caridad para con Dios y para con el prójimo y cantamos idéntico himno de gloria a nuestro Dios. Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu, constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen en El (cf. Ef 4, 16). La unión de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes espirituales [148]. Por lo mismo que los bienaventurados están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios aquí en la tierra y contribuyen de múltiples maneras a su más dilatada edificación (cf. 1 Co 12, 12-27) [149]. Porque ellos, habiendo llegado a la patria y estando «en presencia del Señor» (cf. 2 Co 5, 8), no cesan de interceder por El, con El y en El a favor nuestro ante el Padre [150], ofreciéndole los méritos que en la tierra consiguieron por el «Mediador único entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (cf. 1Tm 2, 5), como fruto de haber servido al Señor en todas las cosas y de haber completado en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1,24) [151]. Su fraterna solicitud contribuye, pues, mucho a remediar nuestra debilidad.
[147] Conc. Florentino, Decretum pro Graecis: Denz. 693 (1305).
[148] Además de los documentos más antiguos contra todas las formas de evocación de los espíritus, desde Alejandro IV (27 septiembre 1258), cf. S. C. S. Oficio, De magnetismi abusu, 4 agos. 1856: AAS (1865) 177-178. Denz. 1653-1654 (2823-2825); y la respuesta de la S. C. S. Oficio, 24 abr. 1917: AAS 9 (1917) 268: Denz. 2182 (3642).
[149] Véase la exposición sintética de esta doctrina paulina en Pío XII, enc. Mystici Corporis: AAS 35 (1943), 200 y passim.
[150] Cf., v.gr. San Agustín,Enarr. in Ps. 85, 24: PL 37, 1099. San Jerónimo, Liber contra Vigilantium 6: PL 23, 344. Santo Tomás, In 4 Sent., d 45, q. 3, a. 2. San Buenaventura, In 4 Sent., d. 45, a. 3. q. 2, etc.
[151] Cf. Pío XII, enc. Mystici Corporis: AAS 35 (1943) 245.